Y tú ¿dónde lo gozas más?
- Nuria Jiménez
- 16 may 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 1 jun 2018
Hace unas semanas mientras comía con el último grupo de ex-alumnes de mi #curso, que ahora prefiero llamar colegas, conversábamos sobre el ciclo de vida del material (entiéndase material como #monólogo). Como es habitual entre los más noveles, y a mi también me ha pasado, al principio de tu carrera te sueles cansar rápidamente de repetir chistes en los escenarios.
De la euforia inicial de verte capaz de crear chistes que el público goza, te pasas rápidamente a compararte con los otros colegas que llevan más tiempo, tienen premisas más elaboradas y más aplausos por minuto.
Esto - que no es un tema menor, pero que merece un post propio y a parte- nos llevó a reflexionar sobre lo que cada uno disfruta más de todo el camino del monólogo, desde su concepción en el útero artístico hasta su primera comunión con invitados y convite.
Con la manía que tengo de hablar como una viejita que mira al horizonte y dice “antes todo esto era campo”, me arrebujé la chaquetilla y profeticé: ‘Es que hay tres tipos de comediantes. Con el tiempo descubriréis qué tipo de #cómicos sois vosotros.’ Se levantó una leve brisa y acto seguido me convertí en la abuela Sauce de Pocahontas.
En resumen, en mi opinión todas las/los comediantes nos podemos clasificar en tres tipos, en función de dónde nos encontramos más en nuestra salsa dentro de los 3 momentos de realización de nuestra actividad. Es muy probable que estés pensando que acotar todos los tipos de comediantes que conoces en tres simples apartados es exagerado. Es querer encasillarnos como si fuéramos tipos de vaca. Pero no me refiero a perfiles o personalidades al detalle. Me refiero a en qué parte del proceso artístico, desde escribir hasta ejecutar el monólogo en el escenario, nos podemos sentir más cómodas.
La etapa donde mejor se siente una también va a influir en nuestra carrera, bien porque sea donde permanezcamos o bien porque sea de donde huyamos - pero esto, amiga, también da para otro post.
En menos resumen, aquí va mi clasificación de comediantes según su salsa:
El escritor atormentado. Bueno, lo de atormentado lo he puesto por darle drama, pero no tiene por qué ser así. De hecho las escritoras de chistes que cobran por su material sin tener que actuar a altas horas de la madrugada en cualquier bar del país no suelen estar muy amargados. Hablo de los/las comediantes que disfrutan a morir la parte de las ideas. Buscarlas, generarlas, escribirlas y corregirlas. Pero no necesariamente desean ejecutarlas encima de un #escenario. Porque tienen pánico escénico, porque son tímidas o porque simplemente esa parte no va con ellas. A menudo son les comediantes que gustosamente escriben en programas y series de televisión pero que no les atrae lo más mínimo la idea de ser una cara conocida. También pueden escribir monólogos para otros actores y actrices y venderlos a un precio fijo. Son quienes conciben y dan a luz los chistes sin llegar a verlos morir.
La actriscritora, o escriactor (pardiez, soy malísima con los juegos de palabras). Somos las que generamos ideas, las desarrollamos, escribimos, corregimos, actuamos, volvemos a corregir, nos grabamos en vídeo para vernos movernos, para registrar el tono con el que dijimos el remate que no entró, las que estiramos antes de subir al escenario y calentamos la boca, y bajamos agotadas como si hubiéramos corrido media maratón (que nunca he corrido pero imagino que se siente igual). Disfrutamos de la concepción, gestación, parto y digamos que primera comunión del hijo-chiste. Aunque no estoy muy de acuerdo en esto de compararlo con un hijo, pues también somos las que nos cansamos de verlo con el tiempo y terminamos por abandonarlo, ya sea porque pasó su momento o porque “parimos” un chiste mejor y que ahora queremos más. Flipamos cuando vemos a otros cómicos ejecutando sus chisthijos magistralmente y miramos al nuestro y le decimos “¿no te podías parecer un poquito si quiera?”. También somos las que sentimos un orgullo de tía soltera cuando vemos como una compañera hace explotar en #aplausos al público con un chiste cuya idea ayudamos a nacer. Nuestro premio son las risas y aplausos del público de la manera más onanista que nos podemos imaginar.
The executor. O el ejecutor. Dícese del actor o actriz que tiene tablas, carrera, talento y todo lo que hace falta para ser súper cómica en el escenario (o no) pero que NO ESCRIBE su monólogo. Hago esta aclaración sin ánimo de restarle mérito. La actriz cómica que performa el texto que otra ha escrito tiene la misma responsabilidad de manejar el monólogo y la energía del público extraordinariamente. Se aprende el texto, que a menudo también ha ido trabajando junto a la cómica escritora para hacerlo “más suyo”. Sabe cómo mirar, cúando y como moverse, qué tono utilizar, y tiene presente que en esta ocasión no hay cuarta pared. Se deleita con la parte energética. Su premio son las risas y los aplausos, y en algunas ocasiones también el ver su rostro y nombre en la cartelera.
Y tú ¿con qué tipo de artista te identificas más? ¿Te habías planteado alguna vez pertenecer a uno de estos grupos? ¿Qué parte es la que más disfrutas y cuál la que menos y por qué? Cuéntamelo en los comentarios. ¿Te gustaría que desarrollara en un próximo post alguno de estos tres perfiles?

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