¿Escribir durante la cuarentena?
- Nuria Jiménez
- 27 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Desde que empezó el #confinamiento he tenido esta conversación con varios compañeros. Escribir durante la cuarentena ¿vale la pena? Si no sabemos cómo va a ser el mundo después, ignoramos cuándo podremos llevar a un escenario nuestro nuevo texto, el eterno miedo a escribir un texto de vigencia efímera, y por tanto, de esfuerzo tirado a la basura.
Estoy de acuerdo con que no sabemos cuándo ni cómo volveremos a subirnos a los escenarios, pero ¿desde cuándo eso fue un impedimento para practicar?
Y con esta pregunta ya estoy exponiendo lo que opino al respecto. A buen entendedor pocas palabras bastan. Y a mal entendedor, le dedico este posteo.
El supuesto miedo paralizante que algunos utilizan ahora como razón (excusa) para no escribir es el mismo miedo paralizante de siempre, con distinto traje. ¿Cuál era el motivo que tenías antes para no escribir? La mayoría de veces “no sé sobre qué escribir” y la segunda mayoría de veces “no se me ocurre algo bastante bueno para que me guste ni a mí”.
Cuando parecía que podíamos predecir a grandes rasgos lo que íbamos a estar haciendo a dos semanas vista, los que no tienen el hábito de escribir tenían el mismo miedo y el mismo impedimento para ponerse a escribir sobre cualquier tema. Siempre lo he dicho, da igual sobre qué escribas, lo que importa es tu punto de vista y que lo puto remates. ¿Acaso antes eras un cómico de “actualidad”? ¿No? Entonces sigue puto escribiendo, el Ikea volverá a abrir y las parejas hetero seguirán discutiendo por qué ver en Netflix. ¿La cuarentena ha eliminado los problemas de ego e inseguridad que acarreas desde tu infancia? Si es así, ¡felicidades! A alguien le tenía que aportar algo bueno, a parte de a los fabricantes de mascarillas y alcohol en gel. Y si no es así, ¡ponte a puto escribir!
Míralo desde este punto de vista, cuando regreses a un escenario muy probablemente estarás deseando “matar el elefante” con un ingenioso chiste sobre la cuarentena sino una rutina entera, pero también muy probablemente cada uno de les comediantes que te han precedido ya lo hayan hecho. ¿Qué vas a hacer entonces? ?
¿Vas a tirar tu material, darte media vuelta e irte a tu casa llorando previa consumición de la birra de regalo?
Yo, como público, te juro que estaré deseando que me hablen de cualquier otra cosa antes de que me sigan machacando con la cuarentena, los aplausos, las mascarillas y el miedo a que alguien te tosa cerca. Esos chistes también van a tener su público, por supuesto que sí, pero ¿qué pasa con el resto?
Si eres un cómico/a de perfil “alternativo” te importa un carajo la nueva cotidianeidad, pero si te consideras un cómico/a más “costumbrista” no tienes que esperar a averiguar cuál será la nueva costumbre.
Shakespeare no perdió vigencia cuando los nobles dejaron de batirse en duelo con espadas, porque lo importante es (a parte de su indiscutible genialidad) que tocaba temas universales con los que muchas personas se podían sentir identificadas.
Y si simplemente todo este shock del confinamiento te tiene seca de inspiración, aprovecha para practicar.
Practica, practica y practica. Aprovecha que estás obligado/a a estar en tu casa para escribir sin la presión de tener que presentar texto nuevo. Haz chistes malos que nadie va a ver, pero practica los remates, refresca la información que ya conoces, recupera viejas rutinas que no te terminaron de entrar y analiza por qué (una pista, seguramente la premisa no estaba clara). Construye (bien) una premisa y remátala con todas las formas que conoces: el cambio de dirección, el juego de significados, act out, exageración, comparación, etc.
No dejes de entrenar aunque no sepas cuándo va a ser el próximo partido. Todos los músculos se atrofian si no se usan, y la creatividad tiene muy poco de divino, y mucho de trabajo.
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