CÓMO ELABORAR UNA BUENA EXPOSICIÓN
- Nuria Jiménez
- 13 sept 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 13 sept 2018

Todas hemos tenido que hacer una exposición en público, alguna vez. La primera que yo recuerdo fue mi presentación de trabajo de investigación al finalizar el instituto (¿os acordáis de cuando todo esto era campo?). Iba sobre los latifundios en el Imperio romano y ni yo tenía muy claro de lo que estaba hablando. La verdad es que lo hice tan mal que era imposible que alguien me prestara atención durante más de dos minutos seguidos. No ordené los temas, no elegí un inicio y ni una conclusión. Fui monótona en mi voz e inexpresiva como un palo durante los 15 minutos que estuve hablando, que además para mi fueron como 15 décadas.
Nunca fui realmente consciente de la importancia de hacer una exposición en condiciones hasta que empecé en esto del #standupcomedy. Para empezar mi profesor fue el ejemplo andante de que lo mejor que puedes hacer para que tres horas de clase sean memorables es hacer que tu público se lo pase bien. Y esto me hizo regresar de nuevo - sí, soy una nostálgica- a mis años de instituto.
Me acuerdo del nombre y apellido de aquellas #profesoras que supieron hacer brillar sus clases, aquellas gracias a las cuales no necesitaba estudiar en casa porque me acordaba de todo.
Todas tenían en común que mantenían un estupendo sentido del humor - ¡ooooobviamente! Please, un monumento para esas profes - y un gran ritmo. ¡Ritmo! ¿Cómo encaras una #clase sobre historia de la filosofía a las tres de la tarde delante de 30 adolescentes? ¡No dándoles opción al aburrimiento!
Pues lo mismo se aplica a todas las exposiciones orales, y por supuesto que el stand up comedy no es una excepción.
Hay mil recursos sobre oratoria, control del cuerpo, de la voz, etc. He indagado sobre ello. Y de todos, el stand up tiene algo.
Pero OJO que el simple hecho de escribirte un monólogo y subirte a actuarlo a un escenario no te va a hacer mejor orador de por sí. Más a menudo de lo que me gustaría veo compañeres de profesión tirando a la basura textos interesantísimos por no saber ejecutarlos, ordenarlos, acompañarlos con el cuerpo y con la voz. Los chistes están ahí, sí, pero no es suficiente para atraer la atención de decenas de personas durante una hora.
Las consecuencias de no saber cómo potenciar tu texto, ya sea para una conferencia, una TedX o un show en un bar, son bastante previsibles, porque a nosotros también nos ha pasado estando del lado del público.
Como oyente, primero la expectación se nos cae a los pies, la ilusión por aprender (en el caso de una conferencia) o de pasar un buen rato se transforma en una sensación de “¿qué carajo es esto?”. Nos ponemos incómodas, sentimos que estamos perdiendo el tiempo, perdemos el hilo de lo que nos están contando y poco a poco perdemos la vergüenza de sacar el móvil y empezar a dedicarle nuestro tiempo a cosas más interesantes. A la salida es mejor que ni te pregunten, porque lo único que recordarás es que fue un muermo, o peor aún, una pérdida de dinero.
Como expositora/comediante, si has vivido esto, sabes que la sensación que más te embarga es la del fracaso absoluto. Puedes ser de los que se consuelan diciendo ‘es que el público estaba disperso’, pero no, amiga, la culpa no es del público. Ellos han pagado, aunque sea con su tiempo, un precio muy alto como para terminar ojeando Instagram delante tuyo. Es duro aceptarlo pero la verdad es que si hubiéramos hecho nuestro trabajo BIEN nuestra actuación habría sido IRRESISTIBLE.
Hacer las cosas más o menos bien no tiene que ver con el talento, sino con el conocimiento.
Conociendo el por qué de las cosas tienes el poder de elegir si quieres ser un expositor dogmático o uno rebelde e imprevisible.
Pero incluso para poder saltarte las normas y triunfar como la cómica rebelde (si es que es tu aspiración) primero tienes que conocer esas fucking normas.
Si no simplemente serás ‘aquella que no sabe lo que hace y a veces acierta y otras muchas no’.
Aquí te dejo algunos consejos exprés que puedes empezar a utilizar para potenciar tu discurso. Recuerda, sobre todo, experimentar con ellos. Juega y pásatelo bien.
Gran apertura. Tu mejor chiste, al principio.
Puntos álgidos y descansos. Como la silueta de una cordillera, lleva arriba y abajo la energía del público.
Ritmo. Sorprende, satura, juega con el suspenso y luego acelera.
Variedad de recursos. Todas tenemos un par de remates que nos resultan más naturales de trabajar, pero ojo con volvernos repetitivas y previsibles. Hay que jugar con todas las herramientas.
Controla si están contigo. Escucha con los ojos y los oídos. ¿Dónde tiene puesta la atención tu público?
Gran gran cierre. Ahora sí, esta vez de verdad, tu mejor chiste.
Extra tip:
¿Tu imagen es coherente con tu discurso? Investiga si tu atuendo y lenguaje corporal apoya o distrae de tu texto.
Anímate a poner todo esto en práctica y empezarás a ver resultados nuevos en lugares inesperados. No te satures, si te parecen muchos puntos a controlar de golpe no los intentes todos a la vez. Elige un par que te parezcan más fáciles de integrar a tu nueva persona escénica y pruébalos en tu próxima exposición. A no ser que te vayan los retos… ¡entonces elige los dos que te den más cague!
Si te interesa indagar en cómo elaborar un buen monólogo humorístico (no hace falta que quieras ser la próxima Eva Hache, a lo mejor solamente quieres que tus alumnos te escuchen ojipláticos, que tiene más mérito) el 23 de septiembre estoy lanzando, por tiempo muy limitado, una clase gratis. Para recibirla solamente tienes que anotarte aquí.
¿Tú también te acuerdas de tu peor exposición? ¡Confesémonos! Todas recordamos algún público con cierta culpa por el rato que les hicimos pasar ¿o sólo soy yo? Loguéate y cuéntame cuál fue la tuya. ¡Soy toda ojos!
Comments