3 CLAVES PARA PERDER EL MIEDO A LA EXPOSICIÓN PÚBLICA
- Nuria Jiménez
- 25 sept 2018
- 4 Min. de lectura
“Yo no voy a hacer la muestra”. Todos los años escucho esta frase de al menos un alumno cuando comienzo mi curso. Spoiler Alert: todavía ningune ha cumplido su advertencia.

Mi respuesta ante tan tajante aviso suele ser: ‘todavía queda mucho tiempo, ya hablaremos de eso’. Estamos a 12 semanas de la muestra, eso es un montón de tiempo en el recorrido que supone involucrarse en la magia de la comedia.
He visto demasiadas veces que las transformaciones y descubrimientos que algunas viven durante esas semanas las llevan no solamente a romper su promesa de no pisar nunca un escenario sino a ponerse el mundo de la risa por montera y no bajarse nunca más. Pero en ese primer estadio de inmensa curiosidad y más aún inmenso miedo a lo desconocido no se me ocurriría jamás juzgar a esa persona, por mucho que la experiencia me diga ‘vas a ver que sí te subes’.
Yo nunca tuve miedo de la exposición pública a ese nivel. Nunca lo pensé demasiado. Pero en otras ocasiones en mi vida sí que he tenido mucho miedo, y el miedo solamente lo causa un factor: el desconocimiento.
No saber qué va a pasar ‘después de’ puede ser paralizante para aquellas que tendemos a querer controlar todo y ya no te cuento para las pesimistas.
En lo que a nuestra primera (o enésima) exposición pública concierne, a continuación te doy tres claves para superar ese miedo:
Tienes que saber qué espera el público de ti. ¿Cómo lo puedes controlar? Para empezar, controlando qué imagen proyectas. Nuestra imagen es lo primero que el público percibe e inconscientemente empieza etiquetar con los prejuicios habituales
Conocer cuál es la imagen que el público recibe de ti es el primer gran trabajo que tendrás que hacer como expositora.
Muy resumido, si apareces en chándal en una charla sobre imagen y protocolo lo más probable es que el público piense o bien que estás de broma y no te tome en serio, o bien que eres un fraude y no te tome en serio. No te van a escuchar y van a estar distraídos tratando de comprender qué trauma fue el que te hizo decidirte por ese atuendo si no estás en el gimnasio. Consecuencia: lo que salga de tu boca se perderá como lágrimas bajo la ducha.
Tienes que saber qué esperar de tu cuerpo. Sí, sí, tu cuerpo, como si no dependiera de ti. Como si fuera un ente a parte. En los ensayos previos grábate en video y después analiza tus movimientos. Mientras ensayabas ¿eras consciente de que te balanceas? Apoyas tu peso constantemente de una cadera a la otra ¿por qué? Y ese tic rascándote el bigote ¿qué utilidad tiene a parte de dificultar que se te entienda? Seguramente descubras una serie de manías de las que no eras consciente y que ensucian totalmente tu puesta en escena. Aunque sea a un nivel inconsciente distraen la atención del público. Está claro que debemos parecer naturales, no robóticos o congelados, pero los gases también son naturales y tenemos claro que no pueden liberarse en público. Por lo tanto, conoce tu cuerpo y contrólalo. De lo contrario, lo que salga de tu boca se perderá como lágrimas bajo la ducha.
Tienes que saber qué esperar del público. Sabes de lo que hablas. Te lo has preparado, eres una experta en el tema (sea una conferencia o en tu monólogo), y sabes que debes romper la cuarta pared e interactuar con tu audiencia. Pero ¿sabes lo que te van a responder? Solamente tú sabes las preguntas que quieres hacer, por lo tanto debes saber las posibles respuestas que vas a recibir. No provoques interacciones de las que no sabes cuál va a ser el resultado. No interactúes por el mero hecho de romper la cuarta pared, aprovecha para que aquello que estás provocando aporte a tu exposición. Prepárate una respuesta para todas las respuestas posibles, y cuando creas que te las sabes todas pídele a una amiga que te haga preguntas para prever aquellas que no se te habían ocurrido. De lo contrario, tu credibilidad se perderá como lágrimas bajo la ducha.
No te atabales. Seamos inteligentes y bondadosas con nosotras mismas. Elige uno de estos tres puntos y empieza a prestarle atención. Fíjate en qué notas, toma nota, tenlo en cuenta para tu siguiente presentación.
Cuando te sientas cómoda con esta nueva conciencia adoptada, elige un segundo punto de la lista e incorpóralo a tu rutina pre-actuación. Y así, poco a poco, hasta que no te des cuenta de que conoces tanto al público y te conoces tanto a ti misma que dejó de darte miedo exponerte.
Es fácil darse cuenta de lo potentes que son estos ejercicios ¿verdad?
¿A ti te da miedo la exposición pública? Si es así te animo a que reflexiones qué es lo que temes exactamente ¿tal vez que te juzguen, que critiquen tu persona?
Si te apetece te animo a que me escribas, puedes responderme a este mismo e-mail y te escribiré de vuelta con mis mejores consejos (y si no, con cariño, que tampoco sobra).
Si te interesa mejorar tus habilidades para hablar en público con un curso orgánico y adaptado a sus alumnos, están abiertas las inscripciones para mi tercer curso de iniciación al stand up comedy en Madrid. El cupo está limitado a 10 alumnos/as por año. Si tienes cualquier pregunta escríbeme sin compromiso antes de que tomes la decisión de que este curso es lo mejor para ti.
Puedes seguir intentando lanzar tu mensaje de la manera tradicional pero ¿por qué deberías? te está costando tiempo y reputación.
¡Salud! Nuria Jiménez
Komentar